martes, 7 de agosto de 2007

Saludos desde la sucursal del paraíso

Buenas noches a todos:
Mientras se graba la película que me voy a ver en un ratillo, In principio erano le mutande, título homónimo de la primera novela de la gran Rossana Campo, os dejo un par de fotos que había prometido hace cierto tiempo. Hoy, por fin, eché la cámara en la mochila para hacer unas cuantas fotos de una maravillosa playa de Maro (Nerja, Málaga), muy, muy cerca de la provincia de Granada. Digo que es maravillosa porque se encuentra en lapuntaabajo de un acantilado, al que se accede a través de un camino de cabras un tanto escarpado. Además, cada calita tiene la particularidad de tener una torre vigía cerca, de ésas que empleaban los árabes para defender su territorio. La consecuencia de ese acceso complicado que decíamos (a lo que hay que unir la ausencia de duchas, hamacas, paseos marítimos, chiringuitos y demás) es que se produce una criba de gente importante, lo que nos lleva a poder decir que casi casi estamos en familia. Mejor, así cabemos a más. El agua, cuando está calmada, es un cristal. Con el agua a la cintura ya es posible ver peces y, si acudimos pertrechados de gafas y tubo, es posible ver infinidad de peces (de colores no excesivamente vistosos, pero sí de distintos tipos) y lo que queda de las arrasadas praderas de posidonias.
En definitiva, una especie de parque temático natural y gratuito, que presenta un inconveniente: me estoy convirtiendo en un sibarita playero (y yo hasta hace poco decía sin problema alguno que era asiduo de la Malagueta, una de las peores playas del mundo conocido), lo que hace que o voy a Maro o no disfruto plenamente. Menos mal que las vacaciones, por fin, sí me dejan poder ir. Por cierto, ¡mañana vuelvo allí!
Que tengan buen miércoles. A mí ya sabéis dónde encontrarme.

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